Leo en El País una entrevista a Teddy Bautista, escrita (es un decir) por Ramón Muñoz, uno de esos periodistas que se creen cool por escribir chorradas más propias de un blog que de un diario nacional, pero que en realidad no es más que otro tocapelotas capaz de inventarse lo que haga falta para que parezca que la realidad confirma sus ideas.
Como dar caña a la SGAE -haya razones o no- parece una de esas modas que nunca pasan, y en El País parece obligatorio para ganaste el sueldo, Ramón Muñoz transcribe en esta entrevista los tacos de Teddy, a ver si así le deja mal. Transcribir los tacos es algo que sistemáticamente se evita al publicar una entrevista. Más que nada porque, como cualquiera con dos dedos de frente sabe, repetir las vulgaridades ajenas te hace vulgar también a ti. Claro que, considerando quién dirige Cultura en El País, es absurdo esperar una mínima elegancia.
Yo creo que para dar caña a la SGAE sobran razones. Y para dar caña a Teddy también. Pero es patético recurrir a algo tan burdo como transcribir sus "coño", "cojones" y "cojonudo". Especialmente cuando la fotografía de Luis Sevillano proporciona tanto material para la burla:
Soy socio de la SGAE. Los años en que me va bien, les hago ganar un buen dinero. Y como lo que ellos cobran es el 12% de lo que yo genero, entiendo que les interesa trabajar duro para defender mis intereses. Me importa un carajo si Teddy remata cada maldita frase con una blasfemia. Lo que sí me inquieta un poco que el máximo responsable de recaudar mis honorarios parezca el jefe de pista de un circo albanés.
Pero todo eso es una anécdota sin importancia. Lo verdaderamente relevante de esta entrevista es que, en cualquier otro ámbito, el hecho de que los ayuntamientos españoles acumulen 12 millones de euros de impago, sería un escándalo político. Ah, pero si se lo deben a los autores, entonces no es para tanto. En cualquier otro ámbito, la redacción de un periódico serio habría hecho una investigación como Dios manda, habría buscado las raíces del conflicto, y habría constatado que esos ayuntamientos están, lisa y llanamente, robando.
Ah, pero si le roban a los autores, no importa. Enviamos al tocapelotas de la redacción a entrevistar al zumbao de las chaquetas, y le quitamos hierro al asunto. O mandamos a alguien a Fuente Obejuna a hablar con los camareros de los bares, a ver qué opinan. Como si el asunto fuese opinable.
Podríamos hablar de la sempiterna ingratitud de la sociedad hacia sus cómicos y sus artistas en general. Podríamos hablar de la envidia disfrazada de desdén que sienten los periodistas de cuarta hacia los escritores de ficción, sobre todo hacia los de éxito.
Algo de eso hay. Pero en el fondo, lo que motiva todos los ataques de El País contra la SGAE es pura sinergia empresarial: hace años que Sogecable, también parte de Prisa como El País, litiga contra la SGAE en un interminable caso de impago de derechos de autor. Concretamente, desde que Sogecable absorbió Vía Digital. Entonces, la televisión del grupo Prisa decidió unilateralmente acogerse a los descuentos que SGAE aplica a las nuevas televisiones, destinados a evitar dificultades financieras a empresas de reciente creación. Sogecable decidió entonces hacerse la gilipollas y considerarse una "nueva televisión", a pesar de llevar años emitiendo. Y pasó a pagar las tarifas reducidas, de manera contraria no sólo a la más elemental decencia, sino también a la legalidad vigente. Y desde entonces, por supuesto SGAE no ha dejado de luchar en los tribunales.
Qué casualidad que fuese entonces cuando El País empezó a atacar no sólo a la SGAE, sino por extensión al cine español, y a los autores en general.